martes, 10 de noviembre de 2015

El día que conocí a Francis Crick

Historia narrada por el neurólogo y escritor británico Oliver Sacks. 
En 1953, mientras yo estaba en Oxford, leí la famosa carta sobre la“doble hélice” de James D. Watson y Francis Crick cuando se publicó en la revista Nature. Me gustaría decir que comprendí de inmediato su tremenda importancia, pero no fue ese el caso, y lo mismo le ocurrió a casi todo el mundo.
Sólo en 1962, cuando Crick fue a San Francisco y pronunció una conferencia en el Hospital Monte Sión, comencé a comprender las enormes implicaciones de la doble hélice. La charla de Crick no trató de la configuración del ADN, sino del trabajo que había llevado a cabo con el biólogo molecular Sydney Brenner para determinar cómo la secuencia de las bases del ADN podía especificar la secuencia de aminoácidos de las proteínas. Después de cuatro años de intenso trabajo acababan de demostrar que en ese proceso intervenía un código de tres nucleótidos, lo cual, en sí mismo, era un descubrimiento no menos importante que el de la doble hélice.
Pero estaba claro que Crick había pasado a otras cosas.
En su charla insinuó que había dos grandes empresas cuya exploración se llevaría a cabo en el futuro: comprender el origen y la naturaleza de la vida, y comprender la relación entre el cerebro y la mente, y en concreto, la base biológica de la conciencia. ¿Tenía la menor idea, cuando nos habló en 1962, que esos serían los mismísimos temas que él abordaría en años futuros, en cuanto “se hubiera ocupado” de la biología molecular, o al menos la hubiera llevado a una fase en la que pudiera delegarla en otros?

Unos años más tarde lo vi en un congreso celebrado en 1986 en San Diego. Había muchísima gente, y estaba lleno de neurocientíficos, pero a la hora de cenar me identificó, me agarró por los hombros, me hizo sentarme a su lado y me dijo: “¡Cuénteme historias!” En concreto, quería que le contara historias de cómo la visión podía verse alterada por el daño o la enfermedad cerebral.En 1979 Crick publicó, en Scientific American, Pensando en el cerebro, un artículo en el que, en cierto sentido, legitimaba el estudio de la conciencia en términos neurocientíficos; antes de ello, la cuestión de la conciencia se consideraba algo irremediablemente subjetivo, y por tanto ajeno a la investigación científica.
No recuerdo qué comimos, ni nada más de la cena, sólo que le conté historias de muchos de mis pacientes, y que cada una de ellas le provocó numerosas hipótesis y sugerencias para posteriores investigaciones. Unos días más tarde le escribí una carta y le confesé que la experiencia había sido “parecida a sentarse junto a un reactor nuclear intelectual. (...) Nunca había experimentado tanta incandescencia”. Se quedó fascinado cuando le hablé del señor I., y también cuando le conté que algunos de mis pacientes habían experimentado, en los pocos minutos de un aura de migraña, un parpadeo de imágenes estáticas, “congeladas”, en lugar de su percepción visual normal y continua. Me preguntó si esa “visión cinemática”, tal como yo la llamaba, era siempre un estado permanente o se podía provocar de un modo predecible y que pudiera ser investigado.
Le contesté que no lo sabía.

lunes, 9 de noviembre de 2015

¿Adiós a la anemia?

El centro tecnológico AINIA (Paterna, Valencia) ha participado junto a las universidades de Bolonia (Italia) y la Politécnica de Lodz (Polonia) así como cuatro pymes alimentarias, en el proyecto europeo «Bake4fun» en el que se ha diseñado, desarrollado y validado prototipos de productos de panadería. Entre ellos, destaca un pan enriquecido con hierro microencapsulado, que además es rico en antioxidantes y que está elaborado a partir de harinas integrales tradicionales. Todos estos productos, a su vez, presentan unas adecuadas características organolépticas (aroma, sabor, etc.).

Gracias a la aplicación de la tecnología de la microencapsulación aportada por AINIA en los prototipos panarios funcionales trabajados, se ha conseguido superar el efecto amargo del hierro en los mismos,logrando así que las características organolépticas de estos prototipos, principalmente el aroma y el sabor, sean aceptadas por parte del consumidor.

Enmascarar el hierro
En este sentido, se han realizado microcápsulas con almidón modificado, en colaboración con EPSA , que ha permitido enmascarar el sabor del hierro en el pan, a la vez que protegerlo durante su proceso de elaboración, garantizando su liberación a nivel intestinal para su posterior absorción.

Dietas pobres en hierro
En el desarrollo de los diversos los prototipos se han realizado estudios in vitro de biodisponibilidad, con el digestor dinámico in vitro de AINIA, junto con cultivos celulares, a fin de validar en pruebas a nivel piloto la absorción del hierro a nivel intestinal para pasar al torrente sanguíneo.
El proyecto tiene en sus objetivos paliar los problemas derivados de dietas con escaso aporte de hierro, como la anemia ferropénica, que es común en todo el mundo. Este tipo de anemia afecta entre 1,5 y 2 millones de personas.

Una 'superbola de azúcar', capaz de impedir la infección por el Ébola


Un equipo internacional de investigadores ha diseñado una macromolécula recubierta de manosa, un azúcar simple, capaz de impedir la infección de las células por el virus del Ébola. La investigación aparece en Nature Chemistry y por parte española participan la Universidad Complutense de Madrid, el Imdea Nanociencia (Instituto Madrileño de Estudios Avanzados en Nanociencia), el Hospital 12 de Octubre (Madrid) e Instituto de Investigaciones Químicas (centro mixto del CSIC y Universidad de Sevilla).
La 'gran bola de azúcar' se ha construido a partir de una molécula de carbono, el fullereno C60. Javier Rojo, del centro sevillano y uno de los autores de este estudio, ha explicado que la estructura de esta molécula es tridimensional, semejante a la de un balón de fútbol. La metodología desarrollada ha permitido conectar mediante enlaces químicos hasta 12 unidades más de este elemento (fullereno C60), hasta crear la superestructura globular recubierta de manosa, el mismo tipo de azúcar que tiene el ébola en su superficie, según una nota del CSIC.
En este sentido, Rojo ha señalado que en la superficie del virus del Ébola, al igual que en otros patógenos, existen proteínas que tienen muchos azúcares y se denominan glicoproteínas. Diferentes estudios han puesto de manifiesto que un posible mecanismo de infección por el virus del Ébola comienza cuando éste penetra en las células dendríticas con la ayuda de un receptor molecular llamado DC-SIGN.
Estas células son las responsables del inicio de la respuesta inmunitaria, son las primeras en reconocer la entrada de agentes extraños -como los virus- y de desencadenar una respuesta inmune capaz de destruir al agente infeccioso. Sin embargo, el virus del Ébola puede alterar su funcionamiento habitual y, en lugar de ser un mecanismo de bloqueo, convertirlo en una puerta libre de acceso en las células, consiguiendo infectarlas y después diseminarse por el organismo, ha detallado Rafael Delgado, otro de los firmantes e investigador del i+12 (Instituto de Investigación del Hospital 12 de Octubre).
Las conclusiones de este estudio, probado 'in vitro', demuestran que esta 'superbola de azúcar' es capaz de frenar el acceso del ébola precisamente bloqueando la molécula receptora DC-SIGN. Y es que DC-SIGN actúa como una puerta de entrada del virus, reconociendo sus azúcares, ha detallado Rojo. "Por lo tanto, si cerramos esa vía de entrada inhibimos la infección. Esto es lo que consigue la macromolécula".
Para comprobarlo, en el laboratorio, se incubaron las células con las macromoléculas creadas y después añadieron el virus del Ébola (artificialmente modificado por motivos de seguridad). Una y otro compiten por entrar en la célula por el mismo receptor: "Si la macromolécula es eficiente -interacciona con el receptor igual o mejor que el virus-, consigue inhibir la interacción del virus con la célula y por lo tanto ésta no se infecta".
Desde la Complutense, el catedrático de Química Orgánica y autor principal del trabajo, Nazario Martín, ha indicado que los resultados ponen de relieve el potencial de estasmoléculas gigantes como agentes antiinfecciosos. "Abren la puerta al diseño y preparación de nuevos sistemas que permitan combatir la infección de patógenos frente a los que terapias actuales no son efectivas o son inexistentes, como en ébola", según Martín.
Este trabajo se ha hecho en laboratorio y ahora hay que seguir perfeccionando el sistema, para después realizar pruebas en ratones y más tarde con el virus del Ébola real (en laboratorios con seguridad nivel 4, de los que en España no hay).
Virus ébola